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Cuba: La Destrucción de la Esperanza

Sep 26, 2020 | Comunicados de prensa

Por el senador estadounidense Marco Rubio (R-FL) 
26 de septiembre del 2020 
CiberCuba

Cuando Raúl Castro habló en 2013 de una transición de poder a una “nueva generación”, varios jóvenes cubanos, tanto en la isla como en el exterior, esperaban contra todo pronóstico que las cosas mejoraran. Pero ahora, dos años después del traspaso del mando a Miguel Díaz-Canel, el pueblo cubano se enfrenta a uno de los momentos más difíciles de los últimos 62 años.

Esta no es una condición temporal, sino la trayectoria de décadas de un gobierno autoritario y de una desastrosa gestión económica orquestada por Fidel y Raúl Castro. Y que ahora como títere bajo el mando de Miguel Díaz-Canel. El marxismo no funciona.

En lugar de convertir a Cuba en un país que trabaja para su pueblo, Díaz-Canel buscó consolidar el poder para el Partido Comunista. Redoblando las ya conocidas tácticas que usaban los hermanos Castro, Díaz-Canel reprime aún más las libertades básicas, encarcela a disidentes, avala asesinatos por parte del Estado y permitió que la ya existente pobreza y desnutrición se agravan en la sociedad.

Para los cubanos más jóvenes, la mano dura del estado autoritario tiene una consecuencia adicional: la destrucción de la esperanza. Los recientes movimientos de Díaz-Canel para reforzar el control estatal sobre la economía, provocaron una caída en los estándares de vida, cerrándole aún más las puertas a los cubanos más jóvenes que aspiran poder tener un futuro mejor. Ahora, la conmoción por parte de la pandemia ha causado un colapso aún más profundo en la isla, ya que los proveedores luchan por proporcionar los recursos básicos. 

La economía cubana también ha dependido, por mucho tiempo, de otros dictadores en nuestra región. Las políticas nefastas del dictador Nicolás Maduro han dejado la economía de Venezuela en quiebra, y el pueblo cubano también está sintiendo el daño causado por ese régimen. El resultado ha sido un aumento en la escasez de alimentos, filas más largas y precios incluso más altos de lo normal. Hoy, los cubanos que van a los mercados enfrentan dificultades para encontrar alimentos básicos y productos de higiene en las estanterías. Aquellos que puedan encontrar estos productos básicos tienen que pagar precios carísimos. Es un desastre que se acelera rápidamente, especialmente para los cubanos que carecen de conexiones personales con funcionarios gubernamentales o los que dependen de remesas del exterior. 

La imagen pública también es importante para estos tiranos. El régimen intenta venderle falsamente al mundo su respeto por los Derechos Humanos. Han comenzado a televisar juicios de cubanos acusados de robo, además de imponer altas multas a periodistas independientes y personalidades de las redes sociales que critican a la dictadura. También han introducido una nueva agencia de vigilancia digital para detectar lo que llaman “actividad económica ilícita”. Y recientemente, Díaz-Canel, al igual que la familia Castro, ha redoblado sus esfuerzos utilizando brigadas de respuesta rápida, policías y civiles encubiertos para intimidar y arrestar a cualquier persona que represente una amenaza a su gobierno autoritario.

Esta no es una Cuba nueva. Sigue siendo aquella Cuba de los hermanos Castro, lo que significa que el pueblo continuará sufriendo. Y, a medida que la economía se aprieta más en torno al Partido Comunista, sus miembros solo tienen la esperanza de un cambio en la administración de Estados Unidos. Díaz-Canel y Raúl Castro confían en una victoria de Joe Biden con la esperanza que una nueva administración ignore las violaciones a los Derechos Humanos y las detenciones arbitrarias llevadas a cabo por el régimen.

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