PRIORIDADES
RECONSTRUYENDO LA FUERZA LABORAL DE EE.UU.
En la década de 1980, un trabajador promedio podía pagar el costo de la alimentación, la vivienda, la atención médica, el transporte y los estudios superiores de una familia de cuatro personas con 40 semanas de salario. Hoy en día, se necesitarían más de 60 semanas de salario para hacer lo mismo. En otras palabras, el sueño americano es ahora inalcanzable para millones de norteamericanos.
¿Cómo es esto posible cuando nuestro país parece tan rico? ¿Cómo ha aumentado el PIB per cápita más del 100% desde la década de 1980, mientras que el salario medio por hora de varios trabajadores de producción ha aumentado menos del 1%?
¿Cómo es esto posible cuando nuestro país parece tan rico? ¿Cómo ha aumentado el PIB per cápita más del 100% desde la década de 1980, mientras que el salario medio por hora de varios trabajadores de producción ha aumentado menos del 1%?
La respuesta es que el gobierno de EE.UU. permitió que esto sucediera al darle a Wall Street rienda suelta para deslocalizar empleos manufactureros en China, explotar la mano de obra barata de inmigrantes ilegales y priorizar las ganancias financieras a corto plazo sobre la inversión física a largo plazo. Mientras tanto, a los norteamericanos de la clase trabajadora no les quedó nada más que sindicatos rotos y sesgados para defenderlos.
Si queremos mantener vivo el Sueño Americano para las futuras generaciones, si queremos restaurar la dignidad de las comunidades que alguna vez fueron vibrantes y ahora están sumidas en la desesperación, si queremos darle a las parejas jóvenes los recursos que necesitan para empezar un futuro y formar una familia, necesitamos encontrar nuevas formas de empoderar al trabajador norteamericano. Eso significa incentivar a las empresas a contratar a norteamericanos y construir en EE.UU. Significa ampliar la disponibilidad y la calidad de la educación técnica en vez de títulos costosos de cuatro años. Y significa legalizar nuevas alternativas a un modelo obsoleto de sindicatos. Esta es una tarea difícil para Washington, pero es lo que merecen los trabajadores norteamericanos.