RESTAURANDO NUESTRAS COMUNIDADES

EE.UU. se compone de algo más que personas y de un gobierno. También está formado por iglesias, escuelas, pequeñas empresas y otras innumerables instituciones. Cuando son fuertes, son estas instituciones las que conectan a un vecino con otro y le brindan un sentido de comunidad a la gente del común. Desafortunadamente, actualmente esas instituciones se encuentran al borde del abismo. Hoy en día, la extrema izquierda abiertamente ataca a la religión y utiliza a Washington D.C. como un arma en contra de las iglesias y las organizaciones benéficas religiosas. Las corporaciones transnacionales con fábricas en el extranjero han desplazado a las tiendas familiares y han dejado a ciudades manufactureras en un colapso total. Mientras tanto, las grandes tecnologías han reemplazado las comunidades reales por “comunidades virtuales”. Todo a expensas de la salud mental de millones de niños.

Pero a otras instituciones no les fue tan bien. Los sindicatos de docentes progresistas mantuvieron los colegios cerrados por meses. Viviremos con las consecuencias de su egoísmo por años. Nuestros hijos no solo sufrieron una pérdida en terminos de aprendizaje, sino que también intercambiaron amistades del mundo real por aplicaciones en redes sociales como TikTok, cuyo retorcido algoritmo fomenta la violencia, las autolesiones y el suicidio. Hay que frenar las fuerzas que buscan destruir nuestras comunidades. Si nos convertimos en una nación de personas conectadas nada más que por la política y los teléfonos móviles, no duraremos mucho. Mientras el pueblo norteamericano reconstruye las instituciones desde abajo hacia arriba, los formuladores de políticas deben apoyar sus esfuerzos desde arriba hacia abajo, aunque sea simplemente quitándose de su camino.